La Isla, un mural con historia que se renovó junto al Anfiteatro Municipal
El artista rosarino Guillermo Quevedo restauró la obra que concretó en el año 2003, a la vez que intervino con la misma estética los camerines e interiores del Anfiteatro
Las tareas de remodelación integral alcanzaron a La Isla, el tradicional mural que en 2018 cumple quince años siendo parte de la identidad del Anfiteatro municipal. La imagen de un niño recostado, sosteniendo una pequeña planta, fue restaurada y ampliada por su autor Guillermo Quevedo.
El nacimiento de la obra encuentra su origen allá por el 2002. Con apenas 20 años, Guillermo recorría la ciudad en bicicleta relevando murales como parte de sus estudios de Bellas Artes. Con un compañero dibujante, Federico Carbone, decidieron poner manos a la obra y aventurarse en primera persona en ese terreno todavía artísticamente desconocido para ellos: La Isla fue el primero de muchos murales que realizarían en la ciudad, el país y toda Latinoamérica.
“Yo hacía escenografía, así que tenía idea de cómo trabajar dimensiones pero nunca había hecho un mural ni tenía idea de cómo era hacer arte en el espacio público”, relata Guillermo una década y media más tarde. “Hablamos con la gente de Cultura de aquel momento. Les planteamos lo que teníamos ganas de pintar ahí con un boceto y un fotomontaje. Les encantó la idea y el mensaje”, sigue. Al año siguiente, desde el municipio les proveyeron los materiales y comenzó la obra.
“En un principio iba a ser una persona adulta que habitaba en la calle”, explica el autor. El título La Isla refiere “al choque, a ese aislamiento o imposibilidad de llegar al otro” que muchas veces se da entre quienes viven “dentro del sistema” y quienes eligen vivir en la calle. Pero durante la ejecución del mural, los autores convivieron con chicos del barrio La Sexta que se acercaron curiosos, y la imagen se transformó en la de un niño.
“En esos días también justo tocó Spinetta en el Anfiteatro, compartimos un rato con él así que también se convirtió un poco en una Plegaria para un niño dormido”, rememora el artista. El Anfiteatro como espacio y La Isla como obra, fueron fundacionales de muchas cosas en la vida de Guillermo. En una de las varias restauraciones que hizo a lo largo de los años, conoció a Manu Chao y comenzó a trabajar para él, ejecutando el arte de la escenografía durante sus giras latinoamericanas. Quevedo también hace arte para bandas locales como Farolitos: aquel primer mural afianzó su vocación.
La Isla también es uno de las obras que dieron nacimiento al colectivo Arte por Libertad, el cual acompaña “distintas movidas culturales, sociales o de organizaciones autónomas y de base en distintos lugares de la ciudad, del país y Latinoamérica”. En aquel momento, sólo era el nombre de un blog donde los autores empezaban a compartir imágenes de sus trabajos. Pero supo devenir un movimiento artístico y político que sigue dejando huellas urbanas por todo el continente.
“En el marco de toda la remodelación del Anfi, se tuvo en cuenta que el mural sea algo importante a restaurar”, asegura Quevedo. Además, La isla fue declarado de interés municipal por el Concejo Municipal en el año 2017, otorgándole un status destacado en el patrimonio artístico de la ciudad.
En esta oportunidad, Quevedo amplió el mural ocupando toda la pared hacia Av. Belgrano, dándole continuidad a la escena. También cambió de lugar la frase del "poeta de la calle" Máximo Nesta que la acompaña: “Dedicado a todos aquellos que tienen como techo un cielo estrellas y tantos sueños como estrellas en el cielo”, la cual está relacionada "con el significado del mural pero también con uno de los ciclos clásicos del Anfiteatro".
Anfiteatro Humberto de Nito
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