Rosario busca inversión internacional para reducir residuos orgánicos

A través de la Agencia de Cooperación Internacional del Japón (JICA), entidad que apoya a pequeñas y medianas empresas de aquel país en el exterior, Rosario busca aportes financieros para desarrollar técnicas japonesas en la gestión de residuos sólidos urbanos. La JICA ofrece un millón de dolares por el lapso de tres años y la ciudad ha iniciado las gestiones para ser una de las beneficiadas por estos recursos.

En la jornada del lunes 13 de febrero, la intendenta Mónica Fein se reunió con el director ejecutivo de la empresa EMRO, Keita Kojima, para delinear el proyecto a presentar en JICA. El mismo consta de la implementación de una nueva tecnología japonesa, originada en Okinawa, que busca resolver los problemas mediante la aplicación de micro organismos efectivos que generan compost de alta calidad, en un corto lapso y sin generar malos olores.

"La JICA se contactó con nosotros para invertir en la ciudad gracias al trabajo que venimos realizando y estamos muy interesados en recibir esta tecnología que nos permitiría seguir estando a la vanguardia en lo que es el tratamiento de residuos sólidos urbanos. Hoy Rosario cuenta con una planta de compostaje única en el país y debemos seguir buscando alternativas para reciclar cada vez más y enterrar menos", destacó Fein.

Además de Fein y Kojima, de la reunión participaron Marina Borgatello, secretaria de Ambiente y Espacio Público, y el director de Relaciones Internacionales Sergio Barrios. Esta inversión extranjera permitiría incorporar maquinaria y tecnología de vanguardia para incrementar la transformación de residuos orgánicos en compost.

Actualmente, la ciudad cuenta con su propia planta de compostaje en la que se procesan 120 toneladas de residuos por día. En el último año, 15 mil toneladas de residuos se transformaron, gracias al trabajo que se realiza en la planta, en 2700 toneladas de compost, utilizado en el vivero municipal, parques y plazas de la ciudad.

Cómo funciona

La técnica EM es un cultivo mixto de microorganismos benéficos de origen natural certificado por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) que se utilizan principalmente en los alimentos y en el resto de los residuos orgánicos. El método está compuesto por 3 géneros principales de microorganismos: Bacterias ácido lácticas, levaduras y bacterias fototróficas.

Cuando estos seres imperceptibles a la vista entran en contacto con la materia orgánica secretan sustancias beneficiosas como los ácidos orgánicos, vitaminas, hormonas, minerales y antioxidantes. Así coexisten en un medio líquido y cuando son introducidos al ambiente natural, sus efectos benéficos individuales se magnifican de manera sinérgica.

La función principal de los mismos es la de promover la descomposición y fermentación de la materia orgánica. Además, este mecanismo permite detener el proceso de putrefacción, lo que genera malos olores. Una vez finalizado el proceso los residuos orgánicos se transforman en recurso disponible para ser incorporado como nutrientes al suelo en forma de abono o para otras aplicaciones.

Una oportunidad de trabajo

En la planta de compostaje forman parte del equipo de trabajo 12 recuperadores informales (incorporados a través de un sorteo) que realizaban tareas de cirujeo en el sector de grandes generadores del relleno de inertes y transferencia Bella Vista, más conocido como el relleno sanitario. Así, los ex recuperadores urbanos conforman un 30% del total del personal de la planta, lo que sumado al 30% del personal con discapacidad expone a su vez el perfil de una gestión innovadora y eficiente con inclusión social.

La inversión en la recuperación de residuos no solo tiene un importante impacto en lo ambiental, sino también en lo social, permitiendoles a aquellos trabajadores informales, trabajar en un lugar seguro, limpio y con mayores oportunidades.