10 de septiembre

Deportes

Jadar Rosario 2025: la competencia que une y transforma a los protagonistas mediante el deporte

No solo son enfrentamientos, también es un movimiento que fomenta la igualdad y reivindica el poder de las disciplinas como herramienta de integración social

Lo que se está viviendo en los Juegos Argentinos de Alto Rendimiento Rosario 2025 trasciende la faz deportiva. Es un fenómeno social que demuestra que la inclusión no es solo un ideal, sino una práctica concreta. Transforma corazones y mentes por completo. Se palpita en cada espacio una interacción genuina entre deportistas de diferentes capacidades. La empatía florece y perfuma el ambiente con el respeto mutuo que se respira en cada espacio. Es una competencia que une y transforma a los protagonistas mediante el deporte. También genera una gran dosis de esperanza para un futuro donde todos puedan compartir, participar y disfrutar por igual como lo hacen en esta cita histórica.

La esencia de estos Juegos radica en la igualdad de oportunidades. Todos juegan y hacen el mismo deporte. Comparten los espacios. Intercambian diálogos y fortalecen lazos que trascienden lo deportivo.

La emoción que generan estas interacciones es palpable y admirable. Ver a competidores caminando juntos, a la par, inspira reflexión sobre el valor de la inclusión en todos los ámbitos de la vida. Claro que la resiliencia también hace su aporte en masa.

Es que en un mundo donde ciertas barreras parecen insuperables, estos Jadar 2025 emergen con naturalidad. Son como un faro de esperanza y ejemplo de verdadera inclusión deportiva.

Esta competencia, que congrega a deportistas convencionales y paralímpicos en un mismo cielo, logró demostrar en muy poquito tiempo que el deporte no tiene fronteras. La unión en la diversidad enriquece a toda la sociedad.

Se ven personas de diferentes provincias interactuar sin mirar de reojo la patología que pueda llegar a tener. En los espacios recreativos también se vive la misma sintonía con ciudadanos que tienen un grado de discapacidad, pero que son acompañados con amor incondicional por un amigo o familiar. De eso trata la vida también. De estar.

Tal es así que uno de los momentos más conmovedores de esta cita histórica fue la participación de Nadia Boggiano, la judoca paralímpica radicada en Rosario que conquistó una medalla de plata en estos Juegos.

Luego de un arduo proceso de recuperación, la rosarina por adopción regresó al tatami después de sufrir una lesión en el brazo derecho en los Juegos Paralímpicos de París 2024. Lejos de rendirse, su espíritu de luchadora nata la impulsó a levantarse y a prepararse con disciplina y marcada pasión.

Acompañada en su camino por su madre Susana Alegre, quien viajó desde Formosa para brindarle apoyo incondicional, Nadia también contó además con la guía de su equipo de profesionales, entre ellos el kinesiólogo Sergio de San Martín y Luciana Felgueroso, que trabaja en técnicas de movimiento consciente para potenciar su rendimiento y recuperación. La presencia de una amiga cercana en la tribuna, que no dejó de alentarla en cada momento, también simboliza el fuerte entramado de apoyo que rodea a estos atletas.

No obstante, la reacción de Susana cuando su hija pisó el tatami fue sublime y llena de amor. Los ojos le brillaban. Ni hablar el grito y fuerte aplauso que hizo cuando ganó las dos primeras luchas.

La tercera pelea la vivió a su manera, conteniendo emoción y abrazando a la distancia con la mirada a nuestra embajadora. El resultado fue una medalla de plata, una presea que brillará más fuerte que el dorado en la eternidad si se tiene en cuenta lo resiliente que es Boggiano, como también miles de atletas y personas anónimas.

No hay dudas de que lo que se vive en los Jadar trasciende lo deportivo. Es inclusivo realmente. Y los atletas, quienes son los verdaderos protagonistas, también lo disfrutan como cuando están compitiendo.